miércoles, 3 de agosto de 2011

El tigre que vuelve y el circo que le acompaña














Tiger vuelve después de tres meses fuera. Los aficionados lo tenemos que celebrar, el Circuito Americano descorcha botellas de champagne a escondidas para que no se note su alegría, las cadenas de televisión que emiten los torneos hacen el pino con las orejas y sus rivales en el PGA Tour, esos están con la mosca detrás de la oreja ¿por qué?


Porque nadie en su sano juicio se atrevería a pensar que un tipo que vuelve después de estar tres meses parado, que lleva dos años sin ganar nada, que ha tenido problemas personales muy serios y que ha atravesado por cambios profundos en su swing, es capaz de plantar batalla en un evento de los Campeonatos del Mundo ni en el PGA la semana siguiente.

Sin embargo, Tiger es Tiger, ha ganado más de 70 torneos en el Circuito Americano y tiene 14 Majors. Si alguien puede llevar la contraria a la lógica, es él. Estoy de acuerdo en que una hipotética victoria de Woods en Bridgestone C.C (donde ha ganado siete veces) y, sobre todo, en el PGA sería una sorpresa pero en el mundo del golf las sorpresas están a la orden del día. ¿Quién esperaba algo en el 2003 de Ben Curtis antes del Open y de Shawn Micheel antes del PGA? ¿Y de Todd Hamilton en el 2004?

Cuando se desató toda la polémica extra-deportiva con Tiger a mi me pilló de vacaciones en Nueva York. Madre mía que follón... Nosotros nos quejamos aquí de los programas del corazón, de ciertas cadenas que se dedican a dar prensa rosa constantemente. Del cotilleo sin sentido, del rebuzne desbocado de un lobby de mediocres que se creen que han empatado con alguien. Pues bien, lo que aconteció esos días en la televisión, radio y prensa escrita en EEUU estaba a medio camino entre lo patético y lo cómico. Y superaba con creces el espectáculo lamentable que vemos aquí a diario.


Todo dios hablaba del incidente, todo dios hablaba de la vida disoluta de Woods. Vamos, que parecía que todo el mundo sabía lo que hacía antes del incidente pero nadie lo contaba, cuando en realidad ni dios sabía nada de la vida de Woods, pero había que hablar de ello como fuera. No importaba si eras periodista, tertuliano, vecino, amigo del colegio, camarera de un local de Las Vegas o estrella del porno. Si por el camino caían unos dólares a la buchaca por la ponencia tigeriana, pues mejor que mejor.
















La sociedad americana, que para este tipo de incidentes es muy, muy, muy, muy hipócrita, sentenció a Tiger a muerte. Lo bajó del pedestal y lo apedreó públicamente cual puta en la época de Jesucristo. La doble moral americana es un asco, sobre todo porque en muchas ocasiones es de cara a la galería. Lo que les encanta luego es la imagen del héroe que renace de sus cenizas, el complejo de Ave Fenix. Adoran criticar y luego, unos meses después, volverse locos cuando esa misma persona non grata regresa a la senda del éxito.

Los ejemplos entre los deportistas son numerosos a lo largo de la Historia. A Magic Johnson le pasó cuando anunció que había contraído el VIH por había sido infiel a su esposa con un innumerable número de mujeres. Unos pocos meses después, cuando volvió a jugar con los Lakers, la sociedad enloqueció de felicidad. A Michael Jordan le pasó algo similar a raíz del escándalo de sus apuestas en los casinos. Al poco tiempo seguía siendo el héroe que nunca dejó de ser.

Y yo digo, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Que sí, que es un topicazo de los buenos, pero es la puñetera verdad.

Tiger es un caso similar. Todo el mundo está deseando que gane un torneo para subirlo de nuevo a los altares, todos los periodistas que echaron mierda sobre él le adorarán, todos los aficionados que lo vieron como el demonio con piel de cordero enloquecerán, todos los aficionados que le dieron la espalda le acosarán y todos los contratos publicitarios que se fueron, volverán.

Con esto no estoy justificando a Tiger, porque su forma de actuar no tiene justificación. A mi me parece que Woods está pagando por sus pecados, algo que todo el mundo hace tarde o temprano. Todo en la vida de Tiger estaba calculado, hasta su matrimonio con Elin. Sus asesores le aconsejaron casarse con ella porque eso supondría un beneficio económico importante en forma de patrocinadores. Vender que era un hombre de éxito en el deporte y a su vez, un feliz padre de una familia idílica le reportaría pingües (que palabra más hortera...) beneficios. Y así lo hizo.

Sin embargo, todo el cuento de hadas se vino abajo y Elin, que es rubia pero no es tonta, sabía perfectamente cómo cuantificar lo que le había supuesto en términos monetarios el matrimonio a Woods. Ni más, ni menos que la irrisoria cifra de 300 millones de dólares si no me equivoco (porque hablo de memoria y me suele fallar bastante). Esa fue la cifra que pidió en los trámites de divorcio.

Y oye, se lo merece la sueca, no faltaba más. La cagada de Woods es monumental, eso parece claro a tenor de todo lo que se ha hablado. Y aquí, el que la hace la paga y Tiger ya sabía las consecuencias que podía tener su forma de actuar. Eso sí, la mierda que se ha echado sobre su persona, con desfile de actrices porno incluidas contando sus andanzas con Tiger cual Paqui la Coles en Sálvame Deluxe, fue totalmente deleznable.

Que no justifique el circo que se montó no significa que defienda a Tiger.

Pero al final, lo que nos interesa es el Woods golfista, esa jugador de otra galaxia que ahora mismo anda perdido en alguna luna (quizás la de Valencia) y que tiene que dar un golpe encima de la mesa.

Muchos dudan de su capacidad para volver a ser el de antes. Pues bien, yo no espero a un Tiger dominador como ese año 2000 donde ganó tres Major o como en el 2005 y 2006 donde dominaba (más si cabe) el golf mundial a su antojo. En realidad, no lo espero de momento, este año.

El año que viene ya será otra historia si la salud física le respeta y la mental la arregla. De cualquier otro lo dudaría, pero ¿de Tiger? Del tigre me espero cualquier cosa.

Y si lo consigue, entonces, quizás entonces, con todo el merecimiento, podrá hacer esto a muchos que se lo merecen desde hace mucho tiempo.